EUROPA: BUFFET DE ESTÉTICAS ESCÉNICAS | Eleno Guzmán Gutiérrez
(Texto publicado en la Revista mexicana de teatro Paso de gato, en su edición Ene-Mzo 2013, disponible en México, Argentina y España).
Ann Van den Broek: We Solo Men. Foto: Maarten Vanden Abeele |
A finales del verano pasado, asistí a la expo internacional
de danza contemporánea: la Tanzmesse 2012
en Dusseldorf, Alemania; y pude, como dijera uno de los programadores que
conocí, construir mi propio festival de escena contemporánea. Y no estaba
equivocado, pues de los 60 espectáculos posibles en la programación oficial,
sólo asistí a dos: We solo men de la
belga-holandesa Ann Van den Broek y Yesterday
de la inglesa Jasmin Vardimon; además de la inauguración que incluía la
obra Robocygne, versión libre del
Lago de los cisnes, interpretada por un robot y producida por Scen-och
sinnesproduktion y la Mälardalen University de Suecia. Las otras dos noches del
festival, viajé a Duisburg y a Wuppertal, ciudades vecinas, en busca de dos
artistas escénicos que se han dedicado a expandir las posibilidades tanto del
teatro como de la danza: Romeo Castellucci y Pina Bausch, quien apenas en 2009
nos dejó huérfanos de su poderosa inteligencia escénica.
Revisando entonces la curaduría construida para mi festival imaginario, les
comparto este ejercicio hipotético de las posibles razones teóricas y estéticas
que le darían sentido a tal programación artística; al tiempo que les comparto lo
que pude ver e imaginar ante el trabajo escénico de estos artistas.
Sustantivos ausentes
Tomando prestado de Boaventura de Souza Santos la idea de la
pérdida de los sustantivos en la teoría crítica, me atrevo a imaginar la
ausencia de dos sustantivos/signos esenciales del teatro y la danza, en dos de
las obras programadas en este ejercicio hipotético de curaduría: el actor y el
bailarín.
Por ejemplo, en la obra Robocygne se carece por completo de bailarines para la ejecución de un clásico imposible de imaginar sin un cuerpo de baile y sus virtuosos protagonistas. Sin embargo, es tal la convención construida alrededor del Lago de los cisnes que el sólo uso de la música original nos remite al ballet infinitamente representado, incluso cuando se trata de un robot con alas de cisne ejecutando movimientos al compás de los acentos musicales. Es evidente que en este caso el bailarín resulta un signo agotado que busca nuevas significaciones; y es a través de esta relación entre coreografía y robótica, que se posibilita la creación de un ejecutante automático que responde a órdenes de tiempo y espacio exactas. Con esto se podría decir que el robot representa al bailarín de ballet tradicional, el cual recibe órdenes y las ejecuta cada vez con mayor perfección; lo curioso es que a pesar de las diferencias entre robot y bailarín, parece que hablamos de la misma cosa.
Por ejemplo, en la obra Robocygne se carece por completo de bailarines para la ejecución de un clásico imposible de imaginar sin un cuerpo de baile y sus virtuosos protagonistas. Sin embargo, es tal la convención construida alrededor del Lago de los cisnes que el sólo uso de la música original nos remite al ballet infinitamente representado, incluso cuando se trata de un robot con alas de cisne ejecutando movimientos al compás de los acentos musicales. Es evidente que en este caso el bailarín resulta un signo agotado que busca nuevas significaciones; y es a través de esta relación entre coreografía y robótica, que se posibilita la creación de un ejecutante automático que responde a órdenes de tiempo y espacio exactas. Con esto se podría decir que el robot representa al bailarín de ballet tradicional, el cual recibe órdenes y las ejecuta cada vez con mayor perfección; lo curioso es que a pesar de las diferencias entre robot y bailarín, parece que hablamos de la misma cosa.
Foto: Eleno Guzmán @ Ruhr Triennale |
En Folk, RomeoCastellucci no desaparece al actor, si tomamos en cuenta que actuar es hacer,
lo que hace es canjearlos por personas de Duisburg, pueblo alemán en el cual se
localiza la antigua fábrica de acero donde realizó la puesta en escena. En este
caso lo que está ausente es el sustantivo de la técnica actoral y en su lugar
quedan las múltiples posibilidades sígnicas de la acción; también desaparecen
los textos, permitiendo que la sonoridad de las acciones doten de sentido las
escenas. Y a mi parecer es el agua, el elemento que más aporta a la dramaturgia
del espectáculo dado que se contiene como alberca, se desborda como río, se desploma
como lluvia y se transforma en espejo que multiplica el vacío. La incesante
representación del bautismo, renovador y purificador, ejecutada por personas y
algunas veces por los mismos espectadores, terminan de darle sentido a la
experiencia. Y es que no siempre se desborda un río a tus pies en una obra de
teatro, lo que me obliga a pensar que esto, en efecto, es teatro, pero también
algo más, que espejea mi propia humanidad.
La fisicalidad
Para hablar de We solo
men y Yesterday utilizaré uno de
los tres conceptos propuestos en mi tesis sobre pragmatismo y escena: la
fisicalidad; el cual plantea la puesta en acción del bailarín/actor en ámbitos
sígnicos complejos, que detonen pensamientos y experiencias estéticas significativas
en el espectador.
Foto: Eleno Guzmán @ Tanzmesse, Dusseldorf |
En We solo men, Ann Van den Broek investiga las posibilidades expresivas del ritmo, la repetición,
la desarticulación del lenguaje, la amplificación vocal y el cansancio. De este
modo el intérprete no intenta representar o fingir ningún estado de ánimo, lo
habita desde la fisicalidad. Al desarrollar la minuciosa dramaturgia de
acciones, el cuerpo se vuelve un detonador de infinitas interpretaciones; la
acción no es explicada, requiere del bagaje humano de quien observa para
nombrarla; entonces, sin grandes dramas, ni textos, ni anécdotas, podemos
imaginar que We solo men propone una
crítica al agotado lenguaje de los grupos masculinos de música pop, que ya no
articulan idea alguna a través de sus monótonas y clonables estructuras artísticas.
Yesterday de Jasmin Vardimon, es un espectáculo conformado por fragmentos de varias obras de la
misma coreógrafa que utiliza la fisicalidad como una herramienta más de sus
múltiples códigos escénicos. Es decir, los intérpretes entran y salen de la
fisicalidad, puesto que en algunos momentos y por decirlo de algún modo, se
cuentan historias con altas dosis de actoralidad técnica. Lo interesante de
esta obra, es justo ese equilibrio que propone entre escenas que permiten al
espectador imaginar distintas realidades y otras en las que todos entendemos que
un hombre y una mujer discuten a golpes, coreográficamente, hasta casi perder
el conocimiento. O bien, cuando a través de un video programado con exactitud,
vemos que una pareja se ha enamorado, lo cual resulta bello y creativo
escénicamente, pero literal en términos de lectura significativa. Al final, queda
la sensación de estar viendo un collage de estéticas europeas que van desde WimVandekeybus hasta Sidi Larbi Cherkaoui, pero que sin duda vale la pena ver.
Artistas paradigmáticos
Two cigarettes in the dark. Foto: Eleno Guzmán @ Wuppertal |
Cuando murió Héctor Mendoza pensé que de algún modo era bueno
quedarnos sin grandes maestros para posibilitar nuevos paradigmas; cuando murió
Pina pensé igual, pero jamás imaginé que al ver en vivo su obra Two cigarettes in the dark (Dos
cigarrillos en la oscuridad), pensaría lo contrario. Y no me refiero a permitir
la construcción de paradigmas inmortales, sino que entendí la razón que edifica
a ciertos artistas paradigmáticos: la libertad. Pina en la danza, al igual que
Mendoza, Margules o Gurrola en el teatro, hizo lo que quiso; lo que imaginó lo
puso en escena, lo que soñó lo tradujo en coreografía; y sus obras, son la
imaginación misma del complejo mundo que habitó. Y todo esto, hay que verlo
para comprenderlo. Es decir, sólo en vivo pude dimensionar la inteligencia
escénica de Pina para trabajar con maestría la simultaneidad, la musicalidad,
la fisicalidad, la obstrucción, la teatralidad del cuerpo, la temporalidad de
la imagen, la deconstrucción de lo anecdótico, la contradicción, la paradoja,
el sinsentido, lo imposible y el humor. Un ángel que se pinta de blanco a sí
mismo hasta convertirse en escultura y un Dominique Mercy caminando con aletas
negras en un jardín artificial, son sólo algunas imágenes que todavía me hacen
pensar e imaginar su significado, sin encontrarlo. Y es esa incertidumbre,
plena de posibilidades, el misterio que envuelve la mayoría de sus creaciones
escénicas.
Europa, seguirá siendo un buffet de estéticas escénicas que
permiten juegos curatoriales como este; sin embargo, la situación no está como
para viajar con frecuencia en busca de dichas estéticas, aunque de algún modo
sea necesario conocerlas. Provoquemos y exijamos entonces la inversión de esta
práctica trabajando comprometidamente en los procesos curatoriales de nuestros
festivales en México, para poder mirar desde nuestro propio centro lo que sucede
en otras partes del mundo y desde luego, lo que sucede en nuestros propios
escenarios.