Les comparto la séptima de las 10 publicaciones de mi columna ESCENARIOS INVISIBLES que escribí dentro del Diario de la Muestra Nacional de Teatro que se llevó a cabo en San Luis Potosí del 9 al 17 de noviembre de 2012.
ESCENARIOS INVISIBLES | Día 7
Eleno Guzmán Gutiérrez
¿Es posible lo nuevo en el teatro contemporáneo?
Lo
nuevo, según Charles S. Peirce (EUA, 1839-1914) es “juntar lo que antes no
estaba unido”*. Confieso que esta proposición pareciera expresada por un niño,
sin embargo, se trata de una idea planteada por uno de los pensadores más complejos
de los últimos tiempos; su sencillez me parece brutal y por tal razón la
utilizaré para expresar algunas ideas sobre ciertos momentos de posible novedad
en el teatro programado en la actual MNT.
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Manual de cacería de Juan de Dios Rath |
De
lo presenciado hasta ahora, podría decir que el momento más potente en el que
pude ver nuevas relaciones sígnicas, es el momento en el que Ariadna Medina en
Manual de Cacería nos habló de aquel umbral. Ni siquiera recuerdo su texto,
pero en mi memoria visual aquel umbral fue posible gracias al justificado encuentro
entre el teatro y la tecnología. Una llama de luz vibrante se encendió
alrededor de ella en el momento preciso. Y no es que se trate de poner signos
disímiles en nuevas relaciones, lo importante en el ámbito de lo escénico es
dotar de sentido dichas relaciones, para generar experiencias estéticas únicas
en el espectador. En mi opinión, la potencia de esta acción radica justo en las
múltiples posibilidades de lectura que permite. Otro momento en esta misma obra,
es cuando aquel alacrán vivo, en manos de Juan de Dios Rath, se convierte en un
video proyectado manualmente, para entonces andar por las cuatro paredes del
escenario, en un trazo imposible, hasta desaparecer por la única fisura del
techo, intacto. El alacrán ya no es aquel animal descrito como vulnerable, sino
un animal que nos aterra a pesar de sólo ser la proyección de sí mismo.
Otros
momentos, son ciertos cruces propuestos por el grupo Tequio de Tamaulipas en su
Medea antes del viaje. Es evidente que estamos ante un trabajo convencional, pero
son justo esas convenciones las que terminan siendo puestas en relación con
signos actuales de las cuales emergen momentos de verdadera empatía. Es decir,
la lejanía del texto cobra cercanía por su adaptación a las estéticas del narco
norteño. Y quizá me refiero a la reunión de dos convenciones, pero es tan
sugerente y acertado el cruce, que el interés se sostiene por el deseo de ver
la resolución de la tragedia bajo este contexto. Y es el final, el que resulta
inesperado y nuevo, pero no el final de la obra, sino, el momento en que los
actores le dedican la obra a sus “amigos caídos”, que incluye la pérdida de
quien intervino el vocho usado como escenografía. Jamás olvidaré el llanto a
gritos de aquella señora en primera fila al momento de escuchar las palabras de
Medea, digo, de aquella actriz narrando su propia tragedia.
Es
posible entonces que lo nuevo no esté en los extremos, sino justo en el punto
de encuentro, o bien, la puesta en relación de signos nunca antes unidos. ¿Será?
*Castañares,
Wenceslao. 1994. “La orientación semiótica”. De la interpretación a la lectura,
Madrid: Iberediciones.
Aquí la lista completa de mis publicaciones: